LABORATORIO SOLANDA

(hipótesis varias sobre la denominada «vivienda popular»)


Para Gloria en la casa que no vivió…


Plan Quito, 1980, perspectivas municipales de crecimiento.

I.

Uno de los efectos del primer “boom pretrolero” del Ecuador durante los 70, fue el diseño y ejecución de planes masivos de vivienda, principalmente en Quito y Guayaquil. Estos programas de inversión estatal contaron con la asesoría de entidades de beneficencia privada y cooperación internacional. El crecimiento poblacional y la migración interna generaron el llamado “déficit de vivienda urbana” lo que posicionó en el país conceptos de vivienda “mínima, popular, colectiva o de interés social”, vigentes hasta la actualidad. Importantes sectores de Quito son el resultado de la construcción intensiva de este tipo de vivienda y sus modificaciones en el tiempo.

El PLAN DE VIVIENDA SOLANDA se asentó sobre 150 hectáreas –que anteriormente fueron la Hacienda Solanda– donadas en 1976 por María Augusta Urrutia a la Fundación Mariana de Jesús. Esta entidad junto al Banco Ecuatoriano de la Vivienda, Agency International for Development (E.U.A.) y el Municipio de Quito, diseñaron y ejecutaron un proyecto de “BARRIO MODELO” bajo el concepto de vivienda “progresiva”, es decir inacabada. Esto, dentro de las agendas geopolíticas de “desarrollo” y control de “la pobreza” regional promovidas, en el marco de la “guerra fría”, como “freno” a la influencia de la Revolución Sandinista dada en Nicaragua y la irrupción de movimientos insurgentes de países vecinos como Perú y Colombia.


Cartilla de la Vivienda, 1956, políticas públicas de la «Alianza para el Progreso» para Latinoamérica.

Algunos rasgos del “proyecto de ciudad” basado en “BARRIOS MODELO” fueron: desencadenar la especulación sobre el valor de la tierra en las zonas privadas aledañas; la reducción desde el canon modernista máximo/mínimo del espacio habitable por persona (inferior al dictaminado por HABITAT I de 10m2 por persona); el abaratamiento extremo de los sistemas constructivos empleados; el diseño inacabado como estrategia precarizante; el trazado normativo y disciplinante de los espacios “comunitarios”; y el endeudamiento a largo plazo como paradoja de la etiqueta estatal: “pobreza”.



II.

El proyecto definitivo del PLAN DE VIVIENDA SOLANDA fue obra de los arquitectos ecuatorianos: Adolfo Olmedo, Ernesto Guevara y Walter Moreno. Fue presentada a concurso como proyecto urbanístico de vivienda colectiva en la 1ra Bienal de Arquitectura de Quito 1978, sin recibir ningún tipo de reconocimiento. Las primeras viviendas fueron entregadas recién en 1986 como parte del llamado PLAN TECHO del gobierno de León Febres Cordero.


Proyecto PLAN SOLANDA, 1978, catálogo I Bienal de Arquitectura de Quito.

Los “BARRIOS MODELO” fueron también una estrategia de control por parte del estado y el municipio para “contrarrestar” las invasiones de tierras generalizadas y la “ola” de construcción “informal” de vivienda en el Sur de Quito, que a su vez constituía un espacio germinal de organizaciones populares de izquierda. El tránsito de PLAN DE VIVIENDA a BARRIO SOLANDA se prolongó por más de una década y varios gobiernos (Guillermo Rodríguez Lara, Jaime Roldós, Oswaldo Hurtado, León Febres Cordero y Rodrigo Borja), siendo capital electoral de varias administraciones municipales (Álvaro Pérez, Gustavo Herdoíza y Rodrigo Paz).

Pero la idea de generar una “CIUDAD MODELO” en el Sur de Quito está marcada por la paradoja. Su mayor contrapunto está en el estallido de arquitectura informal/casera/radical que las familias emprendieron desde 1986 y a lo largo de las décadas siguientes, para HACER HABITABLES esas casas y barrios, rehaciendo el proyecto original de vivienda “progresiva” y demostrando el fracaso estatal en cuanto a diseño arquitectónico y disciplina social.


Libretas del Banco Nacional de la Vivienda de 1980 a 1992.

III
Entre los años 2000 y 2003 viví en el BARRIO SOLANDA. En ese período ya eran palpables los primeros efectos económicos de la “ola migratoria” de ecuatorianos a España, Italia y Estados Unidos, como consecuencia de la crisis política y económica que desembocó en el “feriado bancario” de 1999 y la dolarización de la economía como su mayor secuela. Las remesas y envíos de dinero, además de facilitar la vida y la educación de muchas familias –fracturadas y extendidas– modificaban el pulso vital del barrio en diversas esferas.


Barrio Solanda, 2016.

Por ejemplo: la proliferación de pequeños negocios –sobre todo tiendas de abarrotes y de comida preparada–, la llamada “Calle J” (José María Alemán) se convirtió en el ícono de estos emprendimientos. Otro cambio, operó en las formas de agupación y visibilidad de los jóvenes –de familias migrantes y no– que mediante música, ocupación del espacio público y pintas o grafitis marcaron una nueva territorialidad en todo el Sur, con fronteras y micropoderes en disputa social, estética y generacional. Adicionalmente, el ingreso sistemático en el Sur de capitales corporativos de gran escala para la construcción de centros comerciales, complejos de cines multisala y cadenas transnacionales de comida rápida y ropa.


Barrio Solanda, 2016.

Pero el giro más importante está el desborde arquitectónico, en el estallido de autoconstrucción, ampliación y reciclaje emprendido a toda escala por la gran mayoría de vecinos del BARRIO que transformó el diseñó arquitectónico de 1978 de modo definitivo e irreversible, generando unos nuevos paisajes y por ende unas nuevas poéticas espaciales y humanas. Si el plano original de Solanda se pensaba para 20.000 personas, según el censo del 2014 está habitada por 80.000 vecinos.

IV
Sobre estos antecedentes y premisas, SOLANDA: CIUDAD MODELO se propone realizar una investigación artística que conjuga varias disciplinas (arte , arquitectura, sociología, antropología) y apunta a la creación de una instalación (memoria comunitaria, archivo documental, video proyección) que ha sido exhibida en GALERÍA +ARTE, las Casas Comunales de Solanda y Turubamba Bajo en 2017; y una versión expandida bajo el nombre CIUDAD REFLEJO en Parque Urbano Cumandá en 2018.



Dado que el BARRIO SOLANDA es un espacio que se define en la COMPLEJIDAD, el proyecto apunta a su  TRADUCCIÓN POSIBLE a los lenguajes artísticos desde tres ejes: 1)Levantamiento participativo de la memoria del BARRIO y una cartografía crítica desarrollada junto a líderes históricos, organizaciones y vecinos; 2)Archivo documental 1975-2106 en entidades estales y municipales sobre el proyecto ORIGINAL, los cambios dados en la EJECUCIÓN del PLAN y las regulaciones posteriores; 3) Inventario y registro audiovisual de los DESARROLLOS ARQUITECTÓNICOS Y CONSTRUCTIVOS emprendidos por las familias en las viviendas y lotes asignados, con un énfasis en la creatividad de las formas y las poéticas del estar.



El proyecto incluye la activación de espacios de diálogo comunitario e intercambio que orienten los contenidos y la realización formal de CIUDAD MODELO. Además, se generarán dispositivos con perspectiva de continuidad a cargo del BARRIO, mediante talleres de manejo de herramientas sociales como: un mapa interactivo actualizable sobre la historia del BARRIO y circuitos de negocios, servicios y oficios que los vecinos ofrecen. Un trabajo colectivo sobre el BARRIO como una reserva POÉTICA.



El equipo de trabajo de SOLANDA: CIUDAD MODELO está integrado por Fabiano Kueva (concepto y dirección); Pamela Ramón y Natalia Rivas (investigacion y mediacion comunitaria); Nelson Ullauri (mediación barrial); Ana María Durán (eventos públicos); Cristian Benavides (video); Valentín Larrea, Andrés Calispa, Ana Rodríguez Ludeña, Luis Herrera (producción museográfica).


SOLANDA: CIUDAD MODELO es una expansión metodológica del sketch VIVIENDA PROGRESIVA realizado en el marco de la exposición Derivas del MUSEO NÓMADA, curaduría de Ana María Garzón, en Galería +ARTE, octubre 2016.

Este proyecto contó con el apoyo del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador en 2016; y la Secretaría de Cultura de Quito en 2017.

Un agradecimiento al fondo documental de arquitectura ARCHIVO DIEGO PONCE BUENO.