Trabajo las imágenes en movimiento desde finales de los años 80, empecé con una filmadora Betamax. Desde entonces, he apostado por fijar imágenes «pequeñas» o momentos «menores» en formatos de baja resolución, tecnologías en desuso, cámaras «home» y «pocket» de cinta, de tarjeta o webcam. Con apuntes en video, imágenes «robadas», registros inconclusos y eventos aislados he tratado de ser fiel a ese primer encuentro con la Betamax, a esa mirada desorientada por el destello, el posible descubrimiento…
Intermitente, no lineal y básico: pocos planos, edición en cámara, reposo, grabar por grabar… Y al final, como señala Harun Farocki: desconfiar de las imágenes. Aguardar en la frontera ficcional del documento, desconfiar de las idelologías que predican la «calidad», rechazar toda conexión «natural» con el libre mercado de los dispositivos y con la división del trabajo en los modos de producir imágenes.
Hacer con lo que se tiene, errar con cualquier cámara en mano, efectuar cortes espacio/temporales arbitrarios, buscar en lo latente, en las poéticas accidentales… Diseminar acciones individuales, gérmenes narrativos y memorias comunes por monitores, proyectores y pantallas de todo tipo. Dar pistas, dejar rastros, señales apenas… En total desapego por la disciplina cinematográfica.